Del amor ofrecido a la Virgen, nace una joya eterna
Diamantes creados a partir de los pétalos de las rosas ofrecidas a la Virgen de Guadalupe
Los diamantes guadalupanos se crean a partir del carbono extraído de las rosas que los fieles han ofrecido con devoción a la Virgen Santa María de Guadalupe en la Basílica.
Cada diamante es una expresión única de fe transformada en una piedra preciosa, y es engastado cuidadosamente en medallas guadalupanas. No solo son joyas: son custodios de un gesto espiritual, de una historia viva, de una conexión eterna con la Madre del cielo.
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Virgen de Guadalupe, Rosa divina, magisterio purpúreo en la belleza, venimos a suplicar tu protección para mostrarte al mundo como el astro que rayó el hondo cielo porque naciste estrella y floreciste rosa.
Sobre la roca en la que al humilde pastor revelaste la necesidad de un santuario recogemos aquellas purpúreas rosas sin temor de espinas, que Cristo sacó entre el oro de sus minas para dejar tu imagen prendida en la lana de un tosco sayal.
Del nido en que estabas elevada llegaste a nuestra tierra a través del milagro de una flor, humilde lienzo en el que pintaste el espejo de tu rostro, para que tu amor a los pobres convierta el milagro de una rosa en los diamantes de una estrella.
Pedimos tu protección y amparo, Rosa de Castilla, déjanos besar tus manos cristalinas, porque has mezclado la fragancia de las rosas con la sangre de nuestro corazón.
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Cardenal Carlos Aguiar Retes
Arzobispo Primado de México y custodio de la imagen de la Virgen de Guadalupe del Tepeyac.
En colaboración exclusiva con la Basílica de Santa María de Guadalupe
Una parte importante de los ingresos son destinados a la Basílica por el contrato de licencia de uso en exclusiva de los Diamantes Guadalupanos.